Performance La Lavandería, obra de Josefina Ocampo, realizada el día del vernissage y con una próxima presentación el sábado 20 de junio una vez finalizada las charlas del día.
En el lugar se habrán instalado cientos de tablas y varias bateas.
Ser lavandera no era un oficio digno ni sencillo de ejercer.
Cada día de trabajo era un sacrificio, para su supervivencia.
Desalojadas y despreciadas por afear el entorno urbano y contaminar el agua.
Madrugaban para conseguir un puesto. Hiciera el tiempo que hiciera. Cargando su bulto se iban encontrando por sendas que las conducían hacia las afueras de la ciudad, a espacios destinados a lavanderías o a las costas de los ríos, donde el agua les garantizaba la limpieza de la ropa.
Los lavaderos, se convirtieron durante siglos, en lugares de convivencia y transmisión de información, donde lo privado se hacia publico. Se decía " Lo oyó en el lavadero ".
Entre las piedras, la ropa esperaba su turno para ser lavada.
Un oficio con pocos requisitos. Solo necesitaban agua, jabón, cepillo, y la fuerza de sus brazos que iban marcando la diferencia entre un lavado y otro.
Mientras Lavaban su ropa y la ajena, sus historias cotidianas eran unidas por el agua con el enjuague de la ropa.
Imaginaban y deducían comportamientos de las personas a través de su ropa sucia.
Lavaban pasiones propias, enjuagaban pasiones ajenas.
Compartían gestos, risas y llantos, para sobrellevar su tristeza.
Se intercambiaban formulas de como blanquear y desmanchar la ropa, sabían que hacer con la ropa de algodón, lino, lana y seda.
No todas las manchas ni las ropas son iguales. No es lo mismo la ropa de un carnicero que la ensucia de sangre, la de un mecánico que tiene grasa, la de un escritor que se mancha de tinta o la de un pintor llena de cal y colores.
Una vez que la ropa resplandecía era puesta al sol y las laboriosas damas se retiraban hasta el atardecer, momento en que recogían todo lo lavado y ya seco.
Mas allá del romanticismo del agua, en las tablas, cientos de mujeres marcaban con sus puños su personalidad.
Es en estas, que se se lee quien lavaba en el centro con las dos manos, quien lo hacia a la derecha, a la izquierda o en la base de la tabla.
La lavanderas dejaban, en las tablas y en correteadas de sabanas al hombro, su salud.
En honor a aquellas mujeres trabajadoras, este espacio.
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