Destierro del mar
Julieta Anaut
“Árbol de la esperanza, mantente firme”, dice Frida Kahlo a través de un cuadro pintado en 1947. Esta afirmación de la voluntad se vincula desesperada a nuestro tiempo de velocidades infinitas, de naturaleza literalmente muerta, de ausencias calificadas.
Contenida en una suerte de escenarios buscados a través de la cámara y una mujer que trata de encajar en ellos, Julieta Anaut actúa como materia de su propia creación, ofreciendo su cuerpo al personaje que nació como una sirena, expulsada de su hábitat, arrojada a su suerte y a vagar como una integrante de dos mundos.
¿Estamos dónde queríamos estar? ¿Hemos roto la cadena mágica de sucesos que solían dejarnos justo en ese lugar? Destierro del mar es un retrato presente de esa sensación concreta que brota de la piel e intenta un recorrido desde lo impuesto hasta lo natural, desde la “evolución” a lo primario.
El mar, testigo omnipresente de esta fuente inagotable de expresión, se convierte en apenas el prólogo de un destino teñido por el azar y una misión: entregar un símbolo de amor y tregua a un sitio ajeno, remoto y sin la calma de su punto de partida.
Emilce Schedel
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