Demos una mirada ahora al mundo de la escultura. En este caso vamos a ver como fue tratado el dolor humano por distintos artistas en distintas épocas y vamos a ver cuales son las sutiles diferencias que caracterizan estas obras y cómo trataron de captar la emotividad del momento.
La primera escultura es una obra que pertenece al período helenístico: “Laocoonte y sus hijos”.
La obra relata un hecho mitológico, descripto por Virgilio en Eneida: El sacerdote Laocoonte exhorta a sus compatriotas a rechazar el caballo que esconde a los soldados griegos. Los dioses, al ver sus intenciones frustradas envían dos serpientes de mar para que estrujen al sacerdote y a dos de sus hijos. La obra de Hagesandro, Atenodoro y Polidoro, realizada en marmol, de 2,42 m de altura paraliza en un instante el sufrimiento del sacerdote en su desesperada e inútil lucha.
Los artistas del período helenístico reflejaban los estados anímicos del Hombre mediante formas apasionadas y dramáticas, movimientos excesivos, cuerpos retorcidos en violentas contorsiones. Se trata la perfección del cuerpo humano mediante la representación de los músculos, tendones, etc.
El Laocoonte es una de las obras emblemáticas de la expresión del dolor humano.
Es un dolor sublime, producido por la culpa tortuosa de saber que sus hijos han de sufrir y morir a causa de sus acciones. La fuerza tremenda reflejada en cada músculo de su cuerpo aprisionado, las venas henchidas, la postura retorcida y dramática, el gesto de su rostro que denota grandeza… son el reflejo del dolor físico y por sobre ello, el dolor del alma de este hombre que lucha por escapar de su prisión.
La siguiente obra que comparamos es del año 1650, es un altar de Bernini en una pequeña capilla lateral de una pequeña iglesia romana. (El Extasis de Santa Teresa, iglesia de la Santa Maria della Vittoria) Bernini capta el momento en el que un pequeño angel celestial traspasa a la santa con una flecha produciéndole gran dolor e infinito deleite. El rostro de la santa logra una emotividad a la que nunca habian llegado los artistas antes.
La obra, que refleja fielmente los lineamientos de la escultura barroca, ilustra el dolor físico y a la vez la alegría que experimenta la Santa que se mezclan hasta fundirse en una plenitud espiritual producida por la divinidad que toma su alma.
La expresividad lograda en la obra al igual que en el Laocoonte, también es muy fuerte. Pero aquí no se ve reflejada en formas anatómicas dramáticas y marcadas sino en la expresión del gesto del rostro, en la sensación que nos produce la postura de la Santa, un poco reclinada, transmitiéndonos una sensación de movimiento ya sea a través de la caída de los pliegues de su manto, de su ropa, o bien dejando ver su pie descalzo como si se estuviera balanceando suavemente…
No vemos un tratamiento del cuerpo humano que refleje la perfección desde la representación de cada detalle muscular. Inclusive sólo podemos observar descubierto su rostro.Las formas del cuerpo de la Santa se destacan o insinúan simplemente mediante los pliegues del manto y el ropaje que la cubren toda.
Dos esculturas en mármol separadas por siglos de historia.
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