«Señores habitantes, cada cual agarra con las uñas que tiene; lo importante es agarrarse».

Las puertas del Teatro de la Rivera se abren a una obra atemporal, que escrita hace un par de décadas por Armando Discépolo, sigue siendo hoy espejo de nuestra realidad nacional. Según palabras del actor y director Roberto Mosca “Esta obra tiene una actualidad increíble. No ha pasado el tiempo. Hay cosas que suceden hoy en el país que son las mismas que afectan a los personajes discepolianos. Mucha gente en la actualidad debe luchar mucho para poder superarse y siempre hay algo que se lo impide. Es cierto que en ninguna parte del mundo es fácil vivir, convivir. El ser humano, además, es inconformista; nunca estamos conformes con nada. Pero en estos tiempos eso se ha vuelto más fuerte porque vivimos una época de poca solidaridad." (entrevista publicada el 06-04 en La Nación)

Mosca está a cargo de la dirección, iluminación y encarnación de uno de los personajes principales de este sainete. Su relación con Discépolo comenzó en sus primeros años actorales, cuando tuvo la oportunidad de ser dirigido por el mismo Armando, más tarde encarnó personajes discepolianos o bien eligió dirigir algunas de sus obras, lo cual le permitió entrar en contacto con la gama de personajes que el dramaturgo ponía en escena y que en cierta forma tienen relación con su historia personal, siendo el mismo un inmigrante italiano llegado al país durante su primer década de vida. Es teniendo en cuenta esta historia personal que Mosca ha pensado la puesta en escena de Babilonia buscando reflejar la esencia propia de cada personaje integrante de esta obra "Quiero mostrar lo que les pasaba, todas sus penas. En muchos momentos, el público va a sonreír, pero, al mismo tiempo, va a compadecerse por los sufrimientos de esta gente".

La escenografía nos ubica en el subsuelo de la mansión de una familia adinerada. Allí transcurrirá la obra, bajo un techo que replica el diseño de la mesa central de la cocina y es que estamos justamente vivenciando lo que ocurre en la cocina de la casa, bajo la mesa… durante la cena de compromiso de la hija menor de la familia. La iluminación, el vestuario y las actuaciones son impecables. En los 70 minutos que dura la obra el espectador se compenetra, vivencia la historia que está presenciado. Varios momentos del diálogo son seguidos con aseveraciones de cabeza, guiños y sonrisas. El aplauso final es contundente y el elenco se lo merece.

Así presenta la obra su director en el sitio oficial del teatro: "Si queremos establecer al “ser nacional”, basta con concurrir a las tradicionales y coloridas reuniones de las ferias de las comunidades, donde se dan cita hombres y mujeres de todas las latitudes que, en un encuentro de hermandad con los pueblos originarios, realizaron, realizan y realizarán el sueño argentino. Esta Babilonia de Don Armando Discépolo sintetiza en clave escénica el nacimiento y desarrollo de nuestra sociedad, ricamente compuesta por hábitos, usos y costumbres tan diversas, pero que pudieron articularse armónicamente. No obstante, esta integración no ha sido fácil para quienes la realizaron. Se trataba de individuos que, presionados por sus realidades existenciales, buscaron nuevos horizontes con sus correlatos de desarraigo, nostalgia y esa sensación tan singular que los gallegos expresaron a través del vocablo “morriña”. En mi condición de inmigrante, actuar y dirigir esta obra adquiere una especial connotación, en razón del vínculo humano y afectivo con cada uno de los personajes tan lúcidamente recreados por Don Armando. Aspiro a que esta puesta pueda ser un homenaje a todos los que tuvieron y tienen que abandonar sus tierras de origen y que hoy conforman esta realidad nuestra."

Arriba del escenario encontramos a Noemí Morelli, Cutuli, Roberto Castro, el propio Mosca, María Comesaña, Anabel Cherubito, María Elina Rúas, Ricardo Díaz Mourelle, Pepe Monje, Emiliano Dionisi, Patricia Kraly, Carlos Kaspar, Maia Francia, Rocco De Grazia y Rodolfo Rodas.